33. Mi nombre es todo lo que tengo

María y Eduardo, una idealista pareja de estudiantes de ingeniería, decidieron buscar a un bebé que sería símbolo de independencia y abundancia. Eligieron llamar Santiago al niño que marcaría una nueva era. Pero la abuela demandó su derecho a que le pusieran Martín, como su difunto marido, y el mandato familiar acabó con la independencia, la abundancia y la nueva era. Acordaron que se llamara Martín, y en lugar de representar a los nuevos tiempos honraría a los ancestros, las tradiciones y el ayer.

María cursó un embarazo atípico. Repetía todo el tiempo que su panza no era normal, que no se sentía normal y no se movía normal. El Dr. Fisher, médico de la familia, le dijo que estaba loca.

Exactamente una semana antes de Noche Buena, de la extraordinaria panza de María, el Dr. Fisher sacó al niño. Un segundo bebé, escondido en todas las ecografías, también decidió nacer. Santiago era la nueva era que sus padres deseaban. Martín no pudo elegir porque cometió la tontería de nacer primero.

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